sábado, agosto 08, 2009

Memorias



Verano.

Uff. ¿Por dónde comenzar?

Un destino vacacional atestado de turistas nunca fué del agrado de mi papá, así que prácticamente nunca salíamos de vacaciones durante el período de transición de un año escolar al otro. Quzá la ocasional excursión de fín de semana y hasta ahí, pero adentrarnos en la marejada de paseantes que podían estar asoleándose en el pacífico o el golfo, ni maiz.

En la época de mi niñez, realmente era cuestión de imaginación, un poco de material al alcance de la mano y de ganas de aprovechar las eternas horas de descanso para permanecer entretenidos por un largo rato, no había prácticamente nada en la tele matutina, pero eso es mención aparte.

Al ser otros tiempos, podíamos inclusive darnos el lujo de irnos al club deportivo que quedaba a unas seis cuadras de donde vivíamos en ese entonces, solos mi hermano y yo (yo andaría rondando los 11 o 12 años, él es tres menor que yo) sin preocuparnos por ser objeto del acoso de un pederasta o algo así. Inclusive la travesía la podíamos realizar en bicicleta (las clásicas "Vagabundo" o las "Cobra") o en patineta sin asomo de temor por ser atropellados, aún cuando por la calle que usabamos para llegar al club era ruta de camiones urbanos.

Podíamos libremente como era usual, jugar fútbol en el campo que ocupaba también el área de béisbol, usabamos la esquina que formaba el corredor de tercera base a home, frente al dug-out de la visita y perpendicular al campo de fut, que por nuestras pequeñas dimensiones era gigantesco; ese espacio era más que suficiente para un gol-para. Solamente que nos llevara mi mamá podíamos nadar, o esperar al fín de semana a que mi papá nos acompañara, si hacerle
al "Flipper" era lo que se nos ocurría.

Hoy, lamentablemente es impensable que los chamacos anden solos, aunque estén dentro del club, menos aún recorrer en bicicleta las atestadas calles llenas de microbuses, autos y camiones, ya solo viviendo en algún fraccionamiento cerrado o en un parque -y con ciertas reservas- se puede aprovechar para pasear pedaleando.

Eran tiempos de tranquilidad, una época que conforme fué avanzando el tiempo, mutó como si hubiese caído dentro de un tonel de desperdicios nucleares y llegado a ser lo que es hoy.

De no ir al club, podiamos aprovechar el patio del edificio donde
vivíamos para cascarear, usar el patin del diablo, sacar al "Kid Acero" con su moto que era impulsada mediante un "bastón de control", o extender la pista de carreras de plástico que medía como tres metros de longitud, y cuyo objetivo era hacer llegar a los coches hasta la línea, y no pasarse para evitar que un
monstruoso auto de fibra de vidrio se los trague. Podíamos sacar el "Chutagol" y ponerlo en la mesa del comedor y aventarnos un partido de 180 minutos, solo interrumpido por las ocasionales idas al baño, el llanto de mi hermana, que en ese entonces era punto menos que una pirinola o mi mamá pidiendo espacio para usar la mesa. Si era necesario, entonces sacábamos el "¿Quién fué?" (la versión setentera del "Clue") o el turista, había también una versión de
béisbol para mesa que era un poco complicada de jugar, pero una vez que le agarrabas la onda, era muy entretenido. Eso sí, el cabroncillo de mi hermano era buenísimo para hacer chanchullo,
cuando me daba cuanta ya había ganado por uso indebido de alguna trampilla imperceptible al ojo humano.

La transmisión de la tele, comenzaba después de medio día, así que nuestro interés por encender la gigantesca Philco blanco y negro de la sala y ver a Chepina Peralta dando recetas... pues no era mucho. Ahí dos-dos nos llamaba la atención el "Duende Bubulín" o una bizarra serie que se llamaba "Doctor Misterio" (Dr. Who) que pasaban por canal 13 o Imevisión (cuando la nacionalizaron) y ya, hasta que entraba la señal del 5 con Rogelio Moreno, y luego con el
Tío Gamboín y era el "primetime" de las tardes de caricaturas.

Como todo en la vida, el paso del tiempo obligó a ir cambiando las actividades veraniegas, así, cuando llegué a la adolescencia, era más factible reunirte con amigos de tu edad, invariablemente
compañeros de la escuela que vivían relativamente cerca (yo nunca tuve vecinos de mi edad) y andar un rato en bici, echar la cáscara o aventarte una sesión de "maquinitas" en algún local con dos o tres bisabuelos del X-Box que consistían en Frogger, Pacman o Asteroides. Si querías algo más sofisticado, había que ir hasta el centro o a Plaza Dorada a las "Chispas", donde los videojuegos de última tecnología tenían su residencia, caros como la chingada para nuestros escuetos bolsillos, pero valía la pena jugar Tron (con su joystick azul fosforescente) un simulador de Star Wars (que no era
licencia oficial, de una compañía Exidi, creo) un juego de un monito que escalaba edificios y tenía la maravilla de que cuando se caía gritaba "...oh nooooo!"

Eramos chavos sin vicios, estaba muy lejos de nuestro alcance el pensar siquiera en algo más fuerte que una Coca-Cola, de hecho el año en que el mundial de fútbol se llevó a cabo en México (1986) los partidos eran acompañados por botana en cantidades industriales y agua de horchata de concentrado "Tucán" o "Princesa".

Por ahí sí había alguno, que debajo del colchón guardaba una nada despreciable colección de revistas "Signore" que era la licencia mexicana de Playboy, con lo que de manera extraoficial, recibíamos complemento a nuestra educación en cuanto a anatomía femenina.

En los inicios de los 80's, tuve la suerte de conocer a alguien que con el tiempo ha permanecido como uno de mis más grandes amigos, quien por esa época había armado un pequeño equipo de luz y sonido con el que generalmente se amenizaban las fiestas los fines de semana; en época de vacaciones de verano, aunque bajaba considerablemente la demanda, ocasionalmente lo llegaba a acompañar a instalar y operar las luces, lo que daba oportunidad a quedarme en su casa con su familia, a la que siempre le he tenido gran cariño.

La festividad religiosa local de la colonia donde vive mi amigo, se llevaba a cabo en verano, por lo que teníamos a nuestra disposición por algunos días, la feria y juegos mecánicos que se instalaban
para el evento.

Excuso decir que más de una vez estuve a punto de "sacar el bofe" gracias a los excesos con los malditos juegos, especialmente uno de a tiro violento llamado "Rock'n Roll" que era un híbrido entre rueda
de la fortuna y tortura medieval, con unas jaulas que giraban 360° sobre su eje, además de la traslación en el diámetro de la rueda... puta... era la muerte.

Continuará...

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