domingo, febrero 20, 2011

El efecto deja-vu

O: "como me parte el queso tener que trabajar en un lugar conectado directamente a mi pasado".

Quienes me conocen y saben los cambios que he tenido a nivel personal en mi historia reciente, saben que pasé tres años de mi vida trabajando a 170 kilómetros de casa. El primer año realmente fué el único que podría decir que fué bueno, así a secas.

Los siguientes dos, con la decisión tomada de manera unilateral por parte de la "princesita de cuento" con la que compartía una vida en común lo hicieron sumamente dificil. Y miren que el empeño y dedicación al trabajo, a hacer del paso de la semana laboral algo que culminara de manera positiva con el regreso (por unas horas y ya) a casa, ver a los mios y volver a empezar pues sí tenía algo de mérito, pero era cansado, estresante y añadiéndole el hecho de que por esas fechas mi papá entró al punto de no-retorno para por fín dejar de existir lo hicieron aún más pesado.

La ciudad no es fea, el clima promedio es agradable, la humedad y la temperatura hacen de Córdoba un sitio con (perdón por la expresión hiper-cliché) 'aire tropical'.

Sin embargo por más que quiera encontrar el lado positivo a visitar eventualmente por motivos de mi actual empleo y la apertura de una sucursal precisamente este lugar me cuesta mucho trabajo, resulta dificil y aunque parezca exageración hasta desgastante.

Si queremos ponerle un poquito más de sal a la herida, dejenme comentarles que además, tengo -a diferencia que en Puebla, que trabajar el sábado completo y la mayor parte del domingo pues así es el horario de esta sucursal, mal planeada, con déficit de personal, carencias a nivel seguridad, publicidad, surtido y una larga lista de etcéteras.

Pasar por lugares familiares para mi memoria no mejora las cosas; la asociación parque-hijo, restaurante-familia, iglesia-esperanza de una mejor vida... you name it.

Sin querer, formé parte del estadistico de separaciones y familias disfuncionales por segunda ocasión, y todo se gestó desde aquí.

Sé que después de leer esto comentarán de varias maneras que siempre hay un modo positivo de ver las cosas, y los entiendo. De hecho me he esforzado por que así sea y que mientras ronde sobre mi persona el fantasma de la recurrencia en tener que hacerme cargo de la operación de la sucursal mientras la persona originalmente designada tiene que reportarse en matríz o salir de vacaciones (los dos motivos por los que he tenido que venir) no dejará de resultarme ciertamente incómodo.

El viernes salí por la noche con una amiga, sin saber que sería "bendito entre las mujeres" ya que la reunión fué con otras tres amigas de ella (por decirlo así, crasheé una 'girl's night out' sin querer) pero fué divertido, me hicieron el día y casi creo que fué el único highlight de este último viaje (hasta ahora) a la ciudad de los 30 caballeros.; de ahí se está gestando una posible convivencia de solteros entre la banda y ellas para el futuro cercano, lo cual sería realmente divertido -pero ya no quiero más pretextos para venir.

Todos los lugares por donde la vida me ha llevado tienen evidentemente un significado en el pasado y forman parte del recorrido de mi vida hasta hoy. Pero pocos tienen el efecto que esta pequeña ciudad tiene en mi ánimo y en mi espíritu -ambos se resienten en el momento en que desciendo del autobús.

Igual y en el futuro deje de sentirme de esta manera, pero precisamente hoy, saliendo del trabajo me enfrentaré al efecto deja-vu de recorrer el centro, de escuchar, observar, oler y sentir a una ciudad que me rodea con ecos del pasado, de un pasado que prometía un gran futuro y que hoy es un presente gris e insaboro.

Dicen que las cosas pasan por algo y que los caminos de Dios son misteriosos; pero por más que trato de entender y de dejar que las cosas fluyan, más me enredo y menos entiendo.

Mientras tanto dejaré que el tiempo decida -el desdichado tiempo que cada vez es menos y que hasta hoy ha tomado gran parte de lo mejor de mi para depositarlo en un gigantesco contenedor de basura (orgánica e inorgánica).

Amigos, hijos, madre, hermana, sobrinos... se les extraña, y más aún estando aquí.

Espero verlos pronto.

Marco


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