miércoles, enero 17, 2007

La cuesta de enero

Que aquel que no se ponga con ánimos de mandar todo al cuerno, arroje la primera piedra.

No sé qué demonios es lo que pasa con los primeros días de enero, que todo parece ponerse en contra de uno. Mirando hacia adelante este fresco, nuevo y -esperemos- mejorado 2007 realmente parece que la perspectiva que por lo menos éste, su seguro servilleta tiene de lo que resta del año es como intentar escalar el Everest en bermudas, camiseta, todavía pedo y con diarrea.

Ya de zopetón... aumentos en los precios, madrazos aquí, incendios allá, inundaciones de este lado, epidemias por el otro. Si escuchan cabalgar a alguien cerca de su casa ¡aguas! Puede ser uno de los jinetes del apocalípsis.

Ya pasé la primer quincena de enero escondido bajo las sábanas de mi camita (y sin postear).

Creo que ya va siendo hora de levantarme, darme un baño (ya huelo peor que hurón) rasurarme e irme a trabajar... si es que aún tengo chamba.

¿Por qué el primero de enero tuve que encender la tele y mirar el noticiero de la mañana? ¿Por queeeeee?

Si tan solo hubiese visto esto en lugar de las noticias no me hubiese aterrado de comenzar el año:





Que viva Francia, los pececitos rojos, las botas largas y los sueños húmedos.
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