miércoles, febrero 24, 2010

The Hurt Locker

Esta imagen iba con el post... pero se me fué.

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¡Boom! Estás muerto (y todos a tu alrededor también)

El baúl del dolor: le han buscado cualquier tipo de explicaciones al título original de la obra escrita por Mark Boal y magistralmente dirigida por Kathryn Bigellow.

La más simple que se me ocurre (y he aquí un spoiler) es en referencia al baúl de pertenencias de los caidos en combate que es enviado a Estados Unidos desde el lugar donde la persona -que alguna vez fué soldado- murió. Y esto lo vemos en la película cuando el cuerpo del sargento Thompson (Guy Pierece) y sus tiliches esperan el siguiente C-130 en ruta de Irak a la tierra de Obama y compañía.

Un peliculón hecho y derecho.

Claro que acá en las mágicas tierras aztecas, el macaco (término del que tiene todo el crédito el maese Ruy) que titula los filmes para su distribución pensó que "Misión Suicida" llevaría a más consumidores ávidos de acción, balazos, sexo y palomitas a las salas de cine... Luis Lumiere se revuelca en su tumba.

Me queda muy claro, desde el momento en que el súper en tipografía blanca sobre el mítico fondo negro queda suspendido con las palabras 'war is drug' que lo que estaba a punto de ver no era solamente la historia de aquellos que forman parte de los EOD (Explosive Ordnance Disposal) del ejército de los Estados Unidos, en este caso, en las amenas y pacíficas tierras iraquíes (perdón por el sarcasmo); sino algo más complejo, diferente y ajeno a aquello que el mal empleado título en castellano nos quiso vender.

Bigellow nos lleva de la mano de una tercia de elementos y la trampa mortal que los rodea. Primero son el ya citado Thompson, Sanborn (Anthony Mackie) y Eldridge (Brian Geraghty) -junto con un robot articulado- quienes nos ponen las cosas en contexto. Estamos en Irak, estamos en una olla de presión con la flama alta, un laberinto de calles terregosas, calor y la posibilidad de ser enviado al más allá mediante un bonito artilugio explosivo hecho en casa.

Eldridge no dispara a tiempo, el bad guy irakí activa el detonador vía celular. Con una cámara que toma no-sé-cuantos-cuadros-por-segundo Bigellow nos regala el primer muerto y la primer cubetada de realidad de esta película con una tensión y una intensidad pasmosa. Ouch, seguro eso debió doler, aunque quizá solo mientras la sinapsis cerebral de Thompson hacía sus últimos contactos. Damos por hecho que era un equipo unido... el sargento técnico en desactivación, el sargento/tirador y el especialista. Uno menos.

Después de la escena donde Sanborn deposita la placa de identificación de Thompson en el ya referido baúl, hace su aparición el sustituto.

El Sargento de Primera Clase William James (Jeremy Renner).

Bienvenido a Irak, bienvenido a la compañía Bravo, bienvenido a los madrazos.

De entrada y como diciendo "para que te entretengas" inmediatamente son asignados a la primer misión: un batallón detectó un cable sospechoso en una intersección, por lo que nuestro recién llegado y sus co-equiperos se desplazan hasta el lugar en cuestión. James -nomás para empezar- decide dejar sin chamba al robot encargado de hacer el reconocimiento a distancia, sin parabrisas a un taxi que decidió ignorar la barricada gringa y sin palabras a la audiencia que mira la película con las palmas de las manos sudorosas... este tipo no solo encuentra la bomba conectada al cable, sino un racimo de cinco más que solo requieren de que otro bad guy iraquí conecte una inocente batería de 9 voltios a unos cables pelones. James gana este round y nos deja en claro una cosa... no le tiene mucho miedo que digamos a la muerte, lo cual no le hace ninguna gracia ni a Sanborn ni a Eldridge.

El campamento americano (Camp Victory, formerly known as Camp Liberty) cuenta con su propio mini-tianguis. Ahí el Sargento James conoce a un insistente chamaco irakí que vende DVDs y se hace llamar Beckham. Este personaje de alguna forma nos muestra que James no está tan vacío como aparenta -de la peor manera posible-.

El llamado del deber llega desde las instalaciones de la ONU en Irak. Un carro sospechoso está estacionado en un lugar donde podría hacer mucho daño si su cargamento fueran varias bombas conectadas entre sí... y adivinen qué... pues sí, un fallido intento por detonar el auto con un balazo, forza a James a extinguir las llamas que devoran al sedán para intentar desarmar los explosivos. Sin traje especial ('si me ha de llevar el carajo, por lo menos que me lleve cómodo' -piensa James-) y con Sanborn y Eldridge bajo una fuerte carga de tensión amplificada por un mirón con videocámara y un grupo de sospechosos enclavados en una torre de la mezquita cercana al lugar, James después de un rato y de quitarse el radio-comunicador por la insistencia de Sanborn para dejar que los ingenieros de demolición se hagan cargo. La negativa de James lleva un mensaje implícito... déjenme hacer mi chamba en paz... si me lleva el diablo... que me lleve.

Misión cumplida y un autoritario puñetazo por parte de Sanborn después (así nomás como para poner las cosas en claro) nuestro trío se encuentra detonando material explosivo en el desierto. Eldridge y Sanborn se imaginan a James hecho chicharrón -'estos detonadores se activan accidentalmente'-. Nah, no son tan kool-aids, la razón no cede a la tentación (y a la película aún le falta un buen tramo) por lo que no es momento de quitarse al elemento riesgoso de encima; pero sí de encontrarse con un grupo de mercenarios que traé a dos de los elementos de la infame "baraja" que en época de búsqueda de los más cercanos colaboradores de Sadaam Hussein se tenía como parámetro. A la camioneta de los mercenarios se le ponchó una llanta y quedan junto con nuestro equipo de desactivación a merced de unos francotiradores apostados a cientos de metros de distancia. Diezmados, asoleados, sedientos y cansados, aguantan hasta que cae el último irakí y de paso Eldridge se saca un poco del peso que carga con la muerte de Thompson al eliminar a otro francotirador escondido entre chivos.

La directora realmente hace una extraordinaria labor. Igualmente el cinematógrafo Barry Ackroyd con la notabilísima edición de Chris Innis y Bob Murawsky nos hacen sentir segundo a segundo la tensión dentro del filme y la que los personajes pueden estar sintiendo.

La historia avanza y nuestro equipo de especialistas se encuentra en una bodega llena de explosivos y componentes para armar bombas, incluyendo el cadáver de un chamaco iraquí de unos doce años (remember Beckham?) relleno de explosivos, lo que provoca que venga un cambio de planes. Igualmente el psicólogo del batallón -quien de última decide acompañar al grupo para observar si hay algún progreso en la recuperación de Eldridge- ve abruptamente cambiados y eliminados todos sus planes a futuro, sobra decir que lo único que quedó de él fué el casco.

James quiere quitarse la duda de la cabeza y a punta de pistola se lleva al dueño del puestecillo donde vendía Beckham los DVDs exigiéndole le muestre la casa del muchacho. Simplemente es el lugar equivocado -la casa de un profesor que creé que la CIA lo ha elegido como espía-, cosa que compromete la integridad del Sargento. Habrá que regresar "a pata" hasta el campamento atravesando media ciudad... un gringo haciendo esto en plena noche es un auténtico suicidio... pero al final no pasa nada; lo que sí es que por aquí regresó James al campamento e inmediatamente se les requiere en el sitio de una detonación, donde un camión cargado de explosivos ha dejado un cráter y varios civiles muertos y mutilados.

El equipo más a fuerza que por convicción propia sigue a James hasta encontrar a los responsables del bombazo. Caso resuelto -con su respectivo daño colateral-. A Eldridge me lo dejan con un fémur fracturado en 9 partes y su boleto de regreso a casa garantizado. Sanborn se quiebra; sí, los soldados son seres humanos, pero también hay seres humanos que nacieron para ser soldados y en una auto-confesión que más que plática con su bebé estando ya en casa por parte de James, nos damos cuenta que lo que acaba de decir es verdad, por lo menos para este personaje... a estas alturas del partido -y a diferencia del bebé que mientras más cosas conoce, más las ama- el sargento de primera clase William James solo ama una cosa: ponerse en la línea de riesgo.

Nominada en los Golden Globes, premiada en los BAFTA y con 9 nominaciones al Oscar® esta película es un auténtico must, hay que verla con la mente abierta, no es Rambo ni cosa que se le parezca, ni porque la directora haya estado casada con James Cameron esto sea una copia de estilo (nada más lejos de la realidad). Vale la pena por sí misma.

Y mucho.

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martes, febrero 09, 2010

Down in the ground

Ayer mientras releía el post que escribí sobre sobre "Up In The Air", caí en cuenta que desde hace poco más de un año a la fecha he estado moviendome sin un auto propio.

Y a pesar de que realmente considero necesario el contar con un vehículo, la situación económica y laboral en la que mi vida se ha ubicado en el lapso de los últimos años, no me ha permitido adquirir un auto, por modesto que este pudiese ser.

Esta situación me ha forzado a tener que emplear el único medio de transporte que para distancias mayores de 6 cuadras (soy una persona a quien le agrada caminar) existe en esta atribulada Angelópolis:

El colectivo

Ahora bien, esta, como muchas de las ciudades del planeta con más de 2 millones de habitantes sufre de un colapso en la proporción de espacio utilizable para circular y el número de unidades que ruedan por las calles -en otras palabras, estamos saturados de vehículos y la planeación que hace 30 años se tenía del crecimiento, se quedó muy, pero muy corta-.

El servicio no es malo... es lamentablemente pésimo; es precisamente la necesidad la que tanto a su seguro servidor, como a cientos de miles de personas nos obliga a hacer uso de este medio de transporte.

Pero la cosa no es hacer un rant y quejarme de lo que mucha gente se queja, ya con muchos kilómetros recorridos en camión, microbús, van y 'combi' (ya no existen tales, la Volkswagen descontinuó hace años el modelo Combi, sin embargo -y creo que debido a la nostalgia- algunos modelos de vanette tanto de Nissan como de Toyota, han sido bautizados, o rebautizados como 'combi') me he convertido en un Ryan Bingham muy región 4 en el arte de viajar en estos vehículos.

Es más, he encontrado que además de las evidentes diferencias de modelos y capacidades (casi siempre sobre-ocupadas) de estos automotores, existen categorías, clasificaciones, variedades, elementos distintivos y un sin fín de detalles que pueden constituir una guía para aquellos quienes en el futuro cercano se iniciarán en la diaria actividad de tomar el transporte público para trasladarse.

Como no quiero seguir un órden o hacer un análisis del tipo "calificación por estrellas" o algo así, voy a enlistar los tipos y características de estas unidades según lo vaya recordando, o dicho de otra forma, como a mi se me dé la gana, que a fin de cuentas, mis miles de pesitos me he gastado hasta ahora en transporte público y eso me da automáticamente el derecho de escribir esta:


"GUÍA PARA EL VIAJERO FRECUENTE DE CAMIONES, MICROBUSES Y COMBIS"
Por Marco Flores

Capítulo 1

La parada del camión:

1.1 El ascenso

Tradicionalmente se ha considerado que la confluencia de dos calles o avenidas (vulgo esquinas) o los paraderos de acero inoxidable en los que el gobierno municipal anterior gastó varios millones de pesos, como el sitio donde al estirar el brazo y apuntar con el dedo índice, la unidad de transporte que deseamos abordar, hará la parada permitiéndonos ascender.

Falso.

El lugar donde el chofer de la unidad decida detenerse a levantar pasaje, es tan aleatorio como los números premiados del "Melate", puede ser una calle antes, una después, unos metros atrás, otros tantos delante, en el carril de en medio, o en el peor de los casos, ignorarte olímpicamente y seguir de largo... eso sí, si hay una mujer jóven, de preferencia con ropa ceñida al cuerpo, de buen ver haciendo parada... júrenlo que maniobrando tan ágilmente como Michael Schumacher, el chofer hará lo que sea necesario para detenerse y levantarla, aquí es donde hay que hacer uso de lo aprendido en la clase de educación física de la secundaria y al más puro estilo de Albert Haynestworth (el mejor tackle defensivo de la NFL) abalanzarse detrás de la dama y abordar la unidad antes de que el chofer la ponga en marcha y nos deje atrás.

1.2 El descenso

Al igual que en el primer punto, se supone que los paraderos o esquinas autorizadas son el sitio donde la unidad se detendrá para poder descender de esta.

Aún más falso

Desde que tengo memoria, en las unidades de transporte siempre ha existido un rótulo, aviso o anuncio que indica "Anticipe su parada", lo cual entiendo como la acción de avisar al chofer, ya sea mediante el timbre o la propia voz, que uno desea bajar de la unidad con anticipación a que esto ocurra.

Los invito... que digo los invito... los reto a que esto se cumpla. En el 99.9% de los casos la marcha del vehículo se detendrá -si es que se detiene- o mucho antes o mucho después del punto de descenso, sobre un gigantesco charco, en el carril de alta velocidad, pegadísimo a otra unidad de transporte (incluso de mayores dimensiones), a un lado de un precipicio, frente a una jauría de perros; y o te bajas, o te bajas, a riesgo de que el chofer decida seguir avanzando y no puedas descender sino varias cuadras -o kilómetros- adelante.


Capítulo 2

Introducción a la 'combi' o van

Ciertas rutas de tranporte colectivo, cuentan en su parque vehicular con este tipo de unidad que en condiciones normales* puede transportar comodamente** hasta 9 pasajeros***, las dimensiones de estos vehículos permiten que estos circulen por calles más pequeñas, por donde habitualmente no está permitido el paso a unidades de transporte más grandes o pesadas.

*No existen condiciones normales, de hecho, no podría llamarle 'condiciones' a abordar un vehículo de este tipo, principalmente en mi caso, cargando el maletín con el montón de manuales, la laptop, efectos personales y en algunos casos cruda.

**La comodidad es tan relativa como subjetiva... algunas personas con las que he platicado consideran la excelencia en comodidad poder encontrar una señora gorda y nalgona que sirva de soporte y colchón al apretujarse junto con otros 13 fulanos en los arrancones y frenazos dentro de una van; también está el factor del 'agandalle' del asiento del copiloto, pero este casi siempre va ocupado por la novia/esposa/amante/whatever del chofer... y cuando no, lo van apartando para la primer mujer jóven, de preferencia con ropa ceñida al cuerpo, de buen ver, del tipo mencionado en el capítulo anterior.

*** Si los malditos choferes cumplieran con las especificaciones máximas de carga para estos vehículos, no llegarían a meter 14 o más personas en un espacio diseñado para 8, sin hablar de la descompensación en la estabilidad del transporte principalmente al hacer giros (casi podría jurar que instintivamente hemos desarrollado una capacidad para transferir nuestro peso corporal en dirección opuesta para evitar una volcadura, o los ángeles de la guarda de quienes vamos dentro detienen la inminente caída por el exceso de peso).

Si me apuran un poco... dejen de usar sus aparatos de ejercicio domésticos, ya no paguen gimnasio, olvídense de los programas de acondiconamiento físico. Las habilidades para conservar el equilibrio, sujetarse soportando el peso de otras tres o cuatro personas encima, superar la inercia producida por los súbitos arrancones y frenazos (que en algunos casos superan las fuerzas "G" de los mejores simuladores de vuelo), sostenerse de un tubo mal atornillado para soportar tu peso y el de tu carga -más los que se te recarguen- con un solo dedo... las capacidades físicas que se desarrollan al viajar en 'combi' superan cualquier opción de desarrollo de habilidades físicas y motrices, es digamos... un doctorado en actos circénses más cañon que en París o el Circ du Solei.

Capítulo 3
El arte de viajar en microbús

PRINCIPIOS BASICOS

De una mayor capacidad que las van o 'combi', los microbuses son exactamente lo que su nombre indica: un autobús miniatura, pero que en su interior puede albergar una fauna mayor a la que Noé transportó en su arca la primera vez que Diosito® decidió darle cran al mundo -ahora en la segunda vuelta ya comenzó por Haití y se está siguiendo de frente con la peor plaga (los chilangos)-.

Otra característica importante de este tipo de unidad, es que sus recorridos incluyen colonias de la periferia, a las cuales no llegan rutas con vehículos más grandes.

Esto es tanto adecuado como mortal.

Permitanme elaborar.

Es ya conocido por todos que el crecimiento poblacional en esta y muchas otras ciudades, ha traido como consecuencia la aparición de un mayor número de colonias y unidades habitacionales de todo tipo. El que este tipo de unidades de transporte puedan entrar hasta esas colonias y brindar servicio a los miles de usuarios potenciales de esas zonas es la parte positiva, pero ¿Conocen ustedes una 'base' de microbuses?

La descripción de lo que cualquier sociólogo, zoologo o ya de plano su servidor y amigo pueda hacer del lugar donde convergen los microbuses y sus ávidos de emociones conductores puede quedarse corta:

Por principio de cuentas el lugar asignado, es por lo regular alguna calle dentro de una colonia que solía ser limpia, tranquila y ordenada. Cuando una 'base' sienta sus reales, la calle se convierte en un micro-cosmos de desorden, mugre, palabrotas, pleitos, borrachos, una que otra prostituta, botellazos, claxonazos, talacheros, mecánicos, puestos callejeros de comida (memelas, carnitas de dudosa procedencia, tacos de cualquier tipo de guisado), música de la más refinada categoría (el repertorio incluye cumbias, tropical, reguetón -o como quiera que se escriba- banda, norteña, duranguense y un largo etcétera) al más alto de los volúmenes permitido por el equipo de sonido de prácticamente cualquiera de las unidades que estén a cualquier hora del día "haciendo base".

LOS MICROBUSES Y EL MARKETING

Ahora bien, dentro de la gama de posibilidades que la mercadotecnia moderna ofrece al comercio minorista, podemos mencionar que además de que las unidades en su exterior se han convertido en un auténtico escaparate para todo tipo de anunciantes (campañas políticas, refrescos, empresas dulceras y hasta table dances) el interior de los microbuses -cuando el espacio entre pasajeros lo permite... y hasta cuando no- es también punto de venta de las más diversas mercaderías, desde las bonitas plumas de gel importadas con cuatro colores diferentes, hasta las ofertas de la afamada "Comercializadora Internacional" con sus diferentes versiones de matamoscas de alta tecnología, hasta aquellas compañías trasnacionales que en un afán de hacer llegar a todos los consumidores posibles sus productos, envían embarques especiales para su distribución por vendedores especializados en comerciar tres bolsas de papas Sabritas o cuatro Bubulubus o seis mazapanes de La Rosa u ocho Chupa Pop e inclusive doce -sí- doce Pulparindos por la módica cantidad de ¡diez pesos!. El método de distribución se me hace un poco extraño, pues casi siempre coincide con un robo a algún trailer de Sabritas, Ricolino, La Rosa o Pulparindo en las semanas previas a la comercialización... supongo que en algún lugar, esta venta programada ha dejado de llevarse a cabo, lástima.

También las más recientes producciones cinematográficas pueden ser encontradas en conveniente formato DVD, complilaciones que a cualquiera de nosotros pudiese tomar meses grabar, son puestas en nuestras manos en formato MP3 (Las ya clásicas "Canciones del Ayer" con Roberto Carlos, Camilo Sesto, José José y Emmanuel, los "Exitos de los 80's 90's y más" con canciones que fueron un auténtico hit... en Kosovo, "Lo mejor del reguetón -o como quiera que se escriba- del duranguense... lo mejor de lo que sea") por también, diez pesitos.

La labor social también es importante para los choferes de los microbuses, pues de manera humanitaria permiten principalmente a los sordomudos abordar las unidades para poder hacer llegar a los pasajeros bolsitas con dulces, estampitas religiosas, pequeños manuales de lenguaje con señas, llaveros, lamparitas, etc. Que bueno que hay gente con corazón, ya me he topado con algun caso en que imagino debido a la constante lucha por la venta de sus productos, han recuperado el habla y la audición, claro que gritando "te vas a matar, sabrooooosa" y con el volúmen de la música en los table dances, es probable que al poco tiempo pierdan nuevamente la habilidad de hablar y escuchar.

El micro es -en suma-una cultura casi completa, aún con su calidad de punto intermedio... un limbo digamos entre el cielo y el infierno de la movilidad moderna, casi podría competir en su situación de congregación humana con las balsas que ocupan algunos cubanos para cambiar de domicilio, lo abordas con la esperanza de llegar vivo a tu destino, pero no sabes si lo lograrás... un 'volado'.

Capítulo 4
EL CAMIÓN URBANO, UN MUNDO APARTE.

El Origen

Los registros históricos, demuestran que en la prehistoria, gigantescos brontosaurios con estructuras de madera sobre los lomos, transportaban a una buena cantidad de hombres del cromañón, ah... me dicen que "Los Picapiedra" no constituye un registro válido... ah sí, y que nunca coincideron los humanos con los dinosaurios... sí sí ya entendí... tengo que acudir a mejores fuentes de información.

La cosa es que como medio de transporte público, el camión urbano es de los más antiguos, por lo menos en la memoria de este quien escribe, pues en mi tierna infancia llegué a acompañar a mi mamá -principalmente al centro de la ciudad- en camiones que circulaban en las calles cercanas a donde vivíamos y que llevaban rutas predeterminadas dentro del trazo urbano de la misma.

"Aviación - Panteón - Chula Vista y Anexas", "Santa María - Las Palmas", "Mayorazgo - Agua Azul - Ferrocarriles", "Central - San Matías"... son las rutas que vienen a mi memoria, enormes camiones principalmente Dina, identificados por el color de su pintura y los rótulos en las ventanas y los costados, los tubos forrados de cinta de colores, el sonido de los motores diesel en neutral mientras ascendía o descendía el pasaje y los choferes respetuosamente obedecían las señales de tránsito.

Unos años después se incorporaron los famosos "chatos" en rutas perimetrales, que básicamente recorrían el Boulevard 5 de Mayo de norte a sur y viceversa, con su ruidoso motor automático y una emisión de contaminantes digna de cualquier cámara de gas de la época Nazi.

Esos tiempos nada tienen que ver con la situación actual.

Invasión de rutas, mortíferos accidentes, unidades que pasan de ser último modelo a auténtica chatarra en cuestión de meses, corrupción de las autoridades, carreras de camiones que terminan a veces en desgracia... la lista podría ser larga, muy larga.

2010

Diariamente somos miles de usuarios quienes abordamos un camión con la esperanza de llegar a tiempo y sanos a nuestro destino, y tal como en las combis o microbuses, vamos a merced de lo que el chofer decida subir cuantitativamente en pasaje y a la manera en que cualitativamente se desplace por las calles y avenidas de la angelópolis.

De las 24 horas con que cuenta cada día, quienes nos transportamos vía camión urbano pasamos una muy buena cantidad de tiempo a bordo de ellos, por lo que estos vehículos se han convertido en todo, por ejemplo:

RESTAURANT: No falla que de a tiro por viaje vemos a alguien hincándole el diente a una torta, taco, memela, sope, cemita, sandwich o cualquier otro bocadillo portátil, inclusive hay algunos viajeros más arriesgados que van comiendo sopas, caldos, moles e inclusive van combinando la ingesta de digamos una torta con una sopa instantánea a punto de ebullición. Por obvias razones, me refiero a gente que alcanzó lugar sentada dentro del camión, no me imagino el malabar para poder llevarse a la boca una quesadilla mientras se intenta estabilizar el equilibrio sin sostenerse con las manos -aunque no dudo que exista alguien quien pueda hacerlo-.

SALON DE CLASES: El repaso de la lección del día, un último vistazo al libro antes del examen, o inclusive la preparación en masa de un trabajo en equipo son situaciones que me ha tocado ver mientras me transporto de un lugar a otro. He aprendido sobre cocina, medicina, terapia física, estomatología, cuidado del cabello, puericultura, corte y confección, motores diesel, filosofía europea contemporánea... todo cortesía de aquellos y aaquellas que vienen repasando en voz alta sus lecciones.

CONFESIONARIO/SALA DE INTERROGATORIO/CONSULTORIO SENTIMENTAL: Lo malo de traer las orejas puestas y el sentido del oído habilitados las 24 horas, es tener que escuchar de manera involuntaria el drama diario de la existencia de un perfecto (o perfecta) desconocido (o desconocida). Me ha tocado escuchar con lujo de detalles el mecanismo del rompimiento amoroso de dos chavos de secundaria, la indagatoria de la novia celosa sobre el proceder sospechoso del novio a quien no tuvo enfrente durante el fin de semana, la patética narración de la borrachera que agarró una fulanita con cuatro tipos en un bar y como al final aquello se convirtió en orgía, el amargo llanto de la señora acongojada porque el marido le puso el cuerno con la comadre -que al mismo tiempo ignora que el compadre ya le echó el ojo anticipando la venganza-... más material digno de la poesía de retrete de Arjona.

DISCOTEC: Aunque el concepto como tal ha ido dejando de existir en los antros de moda (hoy las pistas de baile como tal ya son tan escasas como el pudor y las buenas costumbres), en los camiones no falta aquel que haciendo gala de la mejor ingeniería conceptual -por no decir que como Dios le de a entender- instalan equipos de sonido que envidiaría cualquier antro. Lo malo, es que no siempre los que viajamos dentro del camión compartimos el gusto musical del chofer, o estamos de humor para escuchar a todo volúmen el más variado repertorio musical, incluyendo aquello de "... pelada, peluda, pero bien pompuda" o la voz nasal y chillona de alguna locutora de radio en la hora de las complacencias, o de los comerciales que nos reiteran que la Universidad Tecnológica Nuevo Milenio (Incorporada a la BUAP) nos ofrece las carreras con mayor proyección en solo dos años con módicas colegiaturas. Hay algunos que prefiriendo llevar su propio repertorio, se enchufan un iPod o cualquier otro tipo de reproductor musical, y viajan inmersos en su propia burbuja de sonidos, que al intentar rebasar la cantidad de decibeles de las bocinas del camión, emiten más allá de los oídos de su propietario y componen en conjunto una cacofonía indescifrable que resulta en más de un caso -el mío en particular- en un ataque de migraña (y casi casi de histeria).

Otro uso que cotidianemente he observado que se hace de los asientos del camión -y por alguna razón no pude categorizar o asignarle un nombre en específico-, es el que hacen principalmente adolescentes y algunas parejas de mayor edad, para dar rienda suelta a los arrumacos y expresiones físicas de afecto que, olvidando por completo que existen personas a su alrededor, se entregan con singular alegría al intercambio de saliva mediante prolongadas sesiones de besos y caricias, en cristiano común y corriente: faje. Hay quienes se dedican un breve y tierno beso repentino, pero en otras ocasiones (de manera involuntaria) he sido testigo -junto con varios pasajeros más- de auténticos maratones de ósculos y manoseos mutuos entre las parejitas protagonistas de estos espontáneos shows. Para echarles agua fría... en serio.

GALERÍA DE ARTE: El incremento en las ventas de la línea Easterbrook de plumones indelebles se ha visto indudablemente incrementado desde que estos lienzos ambulantes han circulado por nuestras calles. Hay unidades que prácticamente se constituyen en sí mismas como una muestra pictórica de los más variados estilos y técnicas del grafitti a plumón, no dejando ni un espacio sin aprovechar por los más selectos artistas conceptuales del "puto" las más destacadas figuras de la interpretación del "chinga tu madre" y la fantástica imaginación de la escuela pictórica basada en el uso del ícono universal del corazón y las iniciales o nombres enlazados, en la más ampila variedad de tipografías y estilos.

CENTRO DE COMUNICACIONES: La tecnología quizá no ha cambiado tanto en las últimas décadas en cuanto a los camiones urbanos, pero a los pasajeros que poseen un teléfono celular -o peor aún- un Nextel, chiquito se les hace el viaje para hacer un despliegue tecnológico de los últimos modelos de aparatos de comunicación personal, ya sea que reciban llamadas, escriban un mensaje, envíen una alerta a un Nextel o sostengan interminables conversaciones a grito pelado, como si al resto de los pasajeros nos fuese de vital importancia escuchar la diarrea verbal que en muchos casos padecen quienes hacen del uso de un celular o un radio dentro del camión... es quizá un despliegue de status, una manera de decir al resto de los ocupantes..."'ira, 'ira... yo sí soy el efectivo".
Quizá de lo que no se han percatado es que los que realmente tienen algo de qué presumir son los que comodamente viajan en auto.

ESCENARIO: ¿Bolero? ¿Rock? ¿Poesía de retrete a lo Arjona?. El repertorio de quienes usan a los camiones urbanos como su escenario para la más amplia expresión artística es tan variado como la cantidad de rutas que existen en la ciudad. Trovadores, duetos, tríos... payasos, mimos, magos, declamadores -que al más puro estilo de Paco Stanley (q.e.p.d.) nos atormentan con sus atribulados argumentos sobre las razones que les han orillado a pedir nuestra colaboración económica. Maestros del canto y el equilibrio, lo mismo tocan guitarras, que sintetizadores, que güiros y hasta alguno canta con pistas al más puro estilo karaoke. Los últimos chistes en el lépero repertorio de la comicidad mexicana salen sin censura ni pudor del ronco pecho de payasos maquillados con grasa para zapatos y cosméticos de oferta. Fanáticos religiosos, obreros despedidos injustificadamente que han estado en huelga... 15 años, "estudiantes" que requieren apoyo para asistir al LXVIII congreso de Estafa Mediática a celebrarse en Acapulco, drogadictos y alcohólicos representando a sus respectivos centros de rehabilitación, mujeres con cáncer de próstata y hombres con un inminente estallido de ovarios (ambos con sendas recetas médicas expedidad en 1977) la lista puede ser interminable.

DORMITORIO: Solo para auténticos iniciados. Dormir en un camión urbano lo considero tan peligroso como ser experto en desactivación de explosivos en Irak (ya viene el post sobre "The Hurt Locker"). Este tipo de pasajero debe tener un reloj biológico realmente afinado; despertar justo en el momento exacto para no pasarse del lugar donde se desea descender del camión lo considero tan difícil como el poder conciliar el sueño con todas las agravantes enumeradas con anterioridad... y aún así hay gente que cae en los brazos de Morfeo de manera tan profunda que en ocasiones hasta roncan; pero eso sí, su reloj interno se activa justo en el momento en que están a tiempo de levantarse y pedir la parada... fucking amazing.

Velocidades de desplazamiento

La velocidad de desplazamiento del camión, generalmente es inversamente proporcional a nuestra voluntad o deseo.

1.- Caracol: el día o momento en que tienes más prisa, es justamente cuando el chofer decide no rebasar los 10 kilómetros por hora en espera de que sus "compas" lo rebasen para subir pasaje.

2.- Tortuga: similar al anterior, con la diferencia de hacer alto total durante por lo menos cuatro a cinco semáforos en verde. Desesperante.

3.- Abuelita: como decía la canción "...paso a pasito, llegaré" pero de un semáforo a otro, con la finalidad de que al igual que los casos anteriores, los choferes de otras unidades lo rebasen para equilibrar la recolección de pasajeros.

4.- Velocidad normal: prácticamente inexistente; el día en que a alguno de ustedes les toque abordar un camión que circule a velocidad normal, favor de comprar un Melate o billete de lotería en su agencia más cercana, seguro se ganan un mega-premio.

5.- Cafre: los arrancones son su especialidad, pasan de cero a cincuenta kilómetros por hora de una esquina a otra y frenan en menos de dos metros... espeluznante.

6.- Alma que lleva el diablo: una vez que le han dado el pitazo que "X" o "Y" tienen determinada diferencia de tiempo respecto a la unidad que uno abordó, pisan el pedal del acelerador a fondo de manera automática, generalmente dejando pasajeros sin levantar y haciendo paradas varias cuadras después de que uno lo solicita. Casi suicidas.

7.- Hecho la chingada: cualquier unidad conducida por un chofer adolescente, crudo, de malas, presumiendo con la novia, drogado, perseguido por tránsito
o Ruta 10 en hora pico en zonas sin tráfico. Reza a la deidad de tu elección, si te identifican entre la pila de cadáveres, tal vez tengas un bonito funeral.

Me voy... tengo que tomar el camión... si llego vivo a mi destino, quizá siga escribiendo.

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viernes, febrero 05, 2010

Arriba en el aire


En los primeros años de los 90 trabajé para una institución bancaria (mi primer trabajo "serio") por ahí de mis tiernos veintidós o veintitrés. Luego de un proceso de reingeniería más largo que la cuaresma, la institución decidió desaparecer algunas áreas, la mía incluída.

Un día de muertos -jueves, si mal no recuerdo- nos citaron a las oficinas corporativas temprano por la mañana, ahí, con eficiencia de una sofisticada línea de producción una empresa externa contratada por el banco (aún no se acuñaba el término 'outsourcing') nos daba la noticia de que en ese preciso momento pasábamos a formar parte de los millones de desempleados del México de finales del siglo XX, pero que con nuestro chequesote de caja, y la asistencia de un "Centro de Transición" facilitado a nosotros por el mismo banco, podríamos vislumbrar un futuro mejor dentro de la inesperada y frustrante situación en la que -en mi caso por ser un empleado de nuevo ingreso (los primeros muertos en la línea de combate)- estabamos enfrentando.

Cuando ví "Up In the Air" (inadecuadamente -como es usual- titulada en español "Amor en el Aire" o "Amor sin Escalas") inmediatamente me vino el flashback a esa época de mi vida y me ví en el lugar de quienes en la película estaban sentados frente al personaje que interpreta George Clooney.

Ryan Bingham
es la parca, la muerte, el grim reaper armado con una guadaña de argumentos, frialdad, un guión muy estudiado, fólders con un paquete de supervivencia para el desempleo y la personalidad de quien por oficio, se ha dedicado a despedir a cientos de personas a lo largo y ancho de los Estados Unidos en compañías que le evitan a los jefes hacer este tipo de trabajo sucio. Ryan también aprovecha sus tablas como motivador profesional, impartiendo seminarios alternados con la talacha de finiquitos y despidos. Ambas labores -la que agenda su compañía, y la que lleva a cabo ante pequeños auditorios de hotel- lo mantienen viajando prácticamente el año entero, por lo que la vida de este personaje transcurre entre aeropuertos, aviones, hoteles, autos rentados, las compañías que están eliminando puestos de trabajo y las personas en la inminente guillotina empresarial quienes para Bingham, no son más que un eslabón entre un viaje y otro, y por consecuencia, millas acumuladas en su tarjeta de viajero frecuente de American Airlines.

Esta vida de viaje casi permanente, ha hecho de Ryan una suerte de nómada con un punto fijo casi inexistente (las escenas en su departamento en Omaha lo demuestran), pero que ha llevado al grado de maestría el arte de prepararse para cada viaje con una presición digna de colegio militar, cronometrado al segundo, impecable en el arreglo, implacable en su labor de verdugo e impenetrable en una coraza emocional que él mismo se ha forjado con los años, pero que de vez en cuando se da el lujo de romper, como en el caso de el día (o más bien la noche) en que conoce a Alex (Vera Farmiga) otra viajera frecuente, de la que poco sabemos de su chamba, aunque asumimos que al igual que Ryan, es una profesional consumada en lo suyo -lo que quiera que esto sea-.

El inmediato "click" entre los personajes y los muchos puntos en común de su vida parcial -o casi totalmente- errante (la escena en que comparan tarjetas de viajero frecuente y amenities de los hoteles, renta de autos y demás lugares es buenísima) nos propone una situación que para quienes hemos viajado por motivos de trabajo solos, resulta casi imposible: alguien con quien poder coincidir e intercambiar algo más que una comida y una tarjeta de presentación; las agendas se sincronizan y las "canitas al aire" (especialmente en el caso del personaje de Clooney) se lanzan al vuelo.

Aunque siempre hay un pelo (¿o una cana?) en la sopa.

La compañía para la que trabaja Bingham ha cambiado su estrategia, ahora la creatividad de una ejecutiva junior llamada Natalie Keener (Anna Kendrick) amenaza al ejército de corta-cabezas a permanecer estáticos y efectuar su mortífera labor a control remoto. Este personaje (que dicho sea de paso, es el canon que en cierta época de mi vida busqué como pareja) que en un principio resulta tan molesto como un mosquito a las dos de la mañana en una noche de insomnio, se convertirá por desición de la compañía en el sidekick en los quizá últimos viajes de Binham y al mismo tiempo, testigo y detonante de una serie de cambios en la vida llena de situaciones aparentemente bajo control de nuestro viajero frecuente.

El inicio de los viajes de Ryan y Natalie lleva una misión paralela que para efectos de la historia podría parecer ñoña, pero creo que a todos nos ha pasado que siempre hay alguien que nos hace un "encarguito" en nuestros viajes. En este caso la hermana mayor de Ryan -Kara- le encomienda llevar consigo un recorte de la foto de la hermana menor de ámbos -Julie- y su prometido -Jim- con la finalidad de fotografiar la silueta de ellos teniendo como fondo lugares emblemáticos de los sitios por donde Ryan efectúa su labor de ejecutor -para formar algo así como un collage de los lugares donde nunca han estado-.

La primera parte de este cambio en la trama -convirtiendo el drama unipersonal de Binham en un road movie-resulta hilarante ante la inexperiencia de Natalie en el delicado arte de viajar. Como buen zorro, el personaje de Clooney inmediatamente percibe las debilidades de la resuelta -pero a fín de cuentas novata- ejecutiva interpretada por Kendrick; pero no hay que confundirse, hay un duelo de intelectos en juego, y cada quien comienza a mover las fichas a su conveniencia.

Aquí es donde quisiera hacer mención de la importancia de la dirección de Jason Reitman -y su participación como guionista junto con Sheldon Turner- (el script está basado en la novela de Walter Kirn). Esta es una historia más de personajes que de situaciones, aunque estas nos sirven para ubicar precisamente a los primeros en su contexto. El ahora nominado al Oscar™ Reitman, nos ha guiado hasta este punto en un mundo narrado y percibido por Ryan Bingham, sin embargo al tener como "lastre" a Natalie, la historia forzosamente se intercala jugando con las emociones de los personajes y es ahí donde acierta totalmente el director y co-escritor, de diferente manera, y en la dimensión de la percepción de cada espectador nos damos cuenta de hacia dónde va la historia y sus personajes.

Irreemediablemente al cargar consigo a Natalie y su equipaje (con todo y el emocional) Bingham tiene que adaptarse e inclusive resignarse a que sus encuentros con Alex puedan verse afectados, pero la trama se resuelve entre despidos y hoteles -incluyendo a la misma Natalie soltándose el chongo- a favor de Binham y su coraza emocional, que poco a poco comienza a desmoronarse a medida en que la película avanza.

Llega el momento de la boda de Julie y Alex acepta ir como pareja de Ryan al evento, a ser testigo de como para la familia Bingham, Ryan es prácticamente una figura fantasmal -más que paternal o de hermano mayor (ouch)- por su misma naturaleza nómada, inestable y contrastante. Para mi, esta es una escena clave en la historia ¿Como convencer a alguien de hacer exactamente lo contrario a lo que nosotros mismos pregonamos?.

Reitman mediante los personajes, nos hace darnos cuenta de que quizá nosotros mismos también hemos caido en la convicción de ser alguien en la superficie, pero otra persona por completo en el fondo, y es lo que sucede principalmente con Ryan, subsecuentemente nos daremos cuenta -en una sola escena que lo dice todo- que también Alex comparte esta faceta, y hacia el final de la película, la misma Natalie hace gala prácticamente de lo que en México llamamos "enseñar el cobre".

Las reacciones de quienes durante la película son despedidos por Binham en un principio, y por ámbos a partir de que Natalie se convierte en otro asesino inmisericorde de trayectorias laborales son perfectamente naturales, en muchos casos -según los datos que de la película vienen en el sitio IMDB- son personas reales, quienes fueron convocadas a participar en un documental precisamente sobre la recesión y el desempleo en los Estados Unidos, pero finalmente fueron insertados en el film. Por ahí hay un par de escenas con actores -una con J.K. Simmons- que sirven un tanto como comic relief ante lo difícil que en la vida real es esta situación, pero no dejan de ser parte de lo que en el caso de Natalie se convierte en una lección de vida.

¿Alguien dijo nominaciones?

Esta producción recibió 5 nominaciones al Oscar™ las cuales en realidad -salvo en mi opinión muy personal el caso de George Clooney- no representan una sorpresa:

Mejor Película del Año
Mejor Actor Masculino (Clooney)
Mejor Actriz de Reparto (Vera Farmiga)
Mejor Director
Mejor Guión Adaptado

Ojalá y puedan darse la oportunidad de ver esta película, ojalá y se den también la oportunidad de sentir el mensaje, que en la medida de cada persona transmite al espectador.

Bien por Reitman, bien por Clooney, excelente por Vera Farmiga, pero yo a la que sí le daba... el Oscar™, es a Anna Kendrick; bueno, quizá el premio no, pero algo le daba.


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