lunes, julio 09, 2007

Yipee Ki Yay, Motherfucker!

Como por arte de magia, este fue uno de esos domingos en que el enano decidió dormirse temprano, enfundado en sus pijamas de Batman, por lo que sin mucho esfuerzo Mrs. Wilbur y yo pudimos darnos una escapada al cine.

Por la hora, nuestra única altermativa fue “Duro de Matar 4.0” (“Live Free Or Die hard”, título original) con las ya clásicas desventuras del policía más loser de los últimos tiempos John Mc Lane (Bruce Willis).

Ojo: si no la has visto... pues te advierto que hay algunos spoilers en la reseña, así que tú sabrás...




Desde la primer entrega de la saga, el estar en el lugar y momento equivocados han sido el común denominador en la vida de Mc Lane, desde la epopeya en el “Nakatomi Plaza” de la primer cinta, la batalla en el aeropuerto “Dulles” de la segunda –con su subida cuota de mortandad-, el juego híbrido del “gato/ratón/Simon dice” por las calles de Nueva York de la tercera (acompañado del bad motherfucker Samuel L. Jackson), hasta la ensalada de lugares comunes de esta suerte de cine palomero/road-movie/madriza/balacera/comedia, etcétera.

La película cumple –y con creces- con su cometido, simplemente entretener y tener al filo de la butaca a más de uno. La dirección de Len Wiseman (quien dirigió las dos entregas de “Inframundo”) no tuvo mayor complicación, ya que la franquicia con la que Willis se ha hecho de fama y fortuna no requiere de explotar el histrionismo del elenco, sino de la acción, los efectos y la dósis de comedia necesarias para llenar las dos horas de montaña rusa que resultan de esta cinta.

La historia es simple y refleja un miedo que los gringos nos han hecho entender desde hace algunos años, el enemigo está dentro y no necesariamente viene con barba y turbante; esta vez Thomas Gabriel (Timothy Oliphant, un auténtico desconocido) es quien resulta ser el que después del 11 de septiembre le dijo al gobierno “se los dije” y ahora sí pretende hacerse escuchar, dándole al traste de manera cibernética a todo el sistema que mueve los hilos de la maquinaria gringa. Para lograr su cometido, previo al día en que todo el caos se pondrá en marcha (el 4 de julio… me suena, me suena...) reclutó a los más destacados hackers para diseñar su infalible estrategia, para una vez llegado el momento, darles muerte para evitar testigos. Es ahí donde entra “malasuerte” Mc Lane, ya que le toca darle un aventón a uno de los incautos hackers, Matt Farrell (Justin Long, quien actuó en “Accepted” e “Ideocracy”) y entregarlo sano y salvo en un edificio federal. Ahí es donde “la puerca torció el rabo”, ya que sin proponérselo (para variar) Mc Lane se convierte de niñera a guardaespaldas/defensor de los desvalidos/ingeniero de demolición, etc. en menos de dos minutos.

El guión de Mark Bombak tiene más huecos que un queso gruyere, pero logra armar una historia, que a pesar de las incongruencias y jaladas sacadas de debajo de la manga (ahora resulta que Mc Lane derriba helicópteros con patrullas, lo mismo que puede pilotearlos casi milagrosamente) entretiene, marea y hasta provoca cinco centavos más de empatía por el personaje de Willis, a quien su hija adolescente (Mary Elizabeth Winstead) no quiere ver ni en pintura... hasta que el villano Gabriel decide usarla como carnada/rehen/bájaledehuevos en contra de Mc Lane, con lo que la chavilla ahora sí se digna a decirle a nuestro madreadísimo héroe "papi".

Cabe destacar la aparición de la hermosa (y muy besable) hawaiiana Maggie Q -la incondicional sidekick de Gabriel- en el papel de Mai Lihn con todo y la madriza que le pega a Mc Lane, lo cual provoca uno de los gags más divertidos de la cinta.

Otro que por su facha, más que por otra cosa destaca en el reparto, es el genial escritor y director Kevin Smith, quien es el mero mero petatero papá de los hackers conocido como Warlock (su mamá le grita Freddyeee!!!) quien en una más cagada que destacada participación le pone un toque entre chusco y chaqueto a la cinta.
Así las cosas y después de dar más vueltas que un perro antes de echarse a dormir, Mc Lane recolecta madrazos, balazos, raspones, derriba un segundo piso -tipo el periférico chilango-, se pasa a traer "sin querer queriendo" a la versión gringa del Harrier (Un supuesto F-35), salva el día, a su hija y a la nación más poderosa del mundo de otro casi inevitable desastre.
Yo me divertí y sin más pretensión que la de compartir la experiencia, se las puedo recomendar. No quiero verme tan mamerto como para "calificar" la película... si no tienen otra opción que les llame la atención, pueden -si quieren- pasar un buen rato.

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