viernes, diciembre 15, 2006

Mi alter ego


No me voy a acordar exactamente si fué en tercero de secundaria o primero de prepa.


Pero no se trata de decirlo con exactitud, es simplemente -como en todas las historias- contarles el origen de Wilbur. Ya sabemos que a Kal-El lo enviaron del planeta Kriptón a la Tierra y aquí se convirtió en Supermán; ya sabemos que los midiclorians dieron origen a la gestación de Anakin Skywalker y con el tiempo y malas mañas se convirtió en Darth Vader; ya sabemos que un rancherote ex-director de Coca-Cola recibió una descarga de rayos gamma provenientes de sabe-qué-madres-dónde, transmutó en político y llegó a la presidencia (gracias a Dios ya se fué).


Una mañana, a medio recreo, en un disputado partido de futbolito (a lo largo y ancho de la cancha de básket) jugabamos los del "A" contra los del "C"; después de un desborde por la banda izquierda, su seguro servilleta recibió un pase filtrado de los botines (ya sé, eran choclos o mocasines, no precisamente botines, pero la poesía del fut-bol exige que les llamemos botines) de alguno de mis compañeros, rematando espectacularmente de "tres dedos" para que con un efecto encabronadamente espectacular el balón rebasara al arquero rival y a la línea de meta. La euforia de la acción me llevó a liberar un grito desde el fondo de mi garganta, pero... en lugar del ya conocido ¡¡¡¡Goooooolllll!!!! de mis adentros salió -con la finalidad de callar la boca de los rivales de cancha- un sonoro ¡¡A WILBUUUUURRR!!.


Terrible error.


Dentro de las filas del equipo rival (o sea los del "C") militaba mi buen amigo y compadre Teddy. Este wey, para que ustedes se den una idea, tenía el carácter y la manera de ser del personaje de Stiffler de la serie de películas de American Pie, en pocas palabras, jodón, burlón, vale madres, bufón de su grupo basado en una comedia que tenía por principal ingrediente el agarrar a alguien "de carrilla" como dirían en Monterrey.


El gol anotado nos daba la victoria en un duelo de gol-gana y mi errada celebración disparó en la maquiavélica mente del Teddy su argumento para joderme la existencia desde ese momento.


"Qué te apuestas a que a partir de hoy, hago que toda la escuela te diga Wilbur" -dijo él en tono retador-.


"No vas a poder" -respondí- "pero inténtalo si quieres"


Segundo grave error


El hijo de su retepinchurrienta móder lo consiguió en tiempo récord -lo cual aún hoy me deja pasmado- no sé cuanta lana soltó, no se cuantos favores quedó a deber, no sé a cuantos haya amenazado... el caso es que para la hora de la salida mi nombre de pila pareció desvanecerse en el olvido y de golpe y porrazo pasé a ser Wilbur.


Al principio -ingenuamente- pensé que se trataba de algo pasajero "mañana se les olvida" -pensé- pero estaba muuuy lejos de estar en lo cierto.


Primero fueron los mismos compañeros de la generación, luego el resto del alumnado, seguidos de los mismísimos docentes quienes -eso sí- nos tenían prohibidísimo salirnos de el protocolo alumno-maestro y no referirnos a ellos de manera respetuosa sin siquiera atrevernos a tutearnos... hasta ellos, esos guías de nuestro juvenil intelecto (pinches maestros, me cae) cambiaron mi sagrado nombre de pila que tanto trabajo costó a mis padres darme por... Wilbur.


* suspiro *


Como no iba a dejar que las cosas se quedaran así, hice lo que cualquier adolescente en desventaja ante la andanada de ataques a mi dignidad hubiese hecho. Me quedé calladito y aguantando vara. "Algún diá... algún día llegará mi venganza" -decía mi voz interior- para ser interrumpida por un "Oye Wilbur, ¿ya estudiaste para física?" proveniente de algún alma errante necesitada de asistencia.


Aaaaaarghhh... no saben como me dá coraje el hecho de acordarme, pero sin querer, lo que para mí parecía la debacle, la caída, la derrota, el olvidarme de una vez y para siempre de el significado de ser "popular" estar "en onda" ser "cool" o estar "in"... resultó ser todo lo contrario.


Continuará...

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