jueves, junio 25, 2009

Arriba

Yo no sé que manía tienen las compañías distribuidoras de películas en México, que sin haber una mejor razón que la de ganar audiencia, le cambian, mutilan o modifican los títulos originales a las películas por algo "más vendible".

Uno de esos casos, es la útima película de Disney - Pixar... Up

Algún genio del márketing (seguramente sudaca, moda que han adoptado las agencias de publicidad mexicanas, traer "creativos" argentinos, chilenos, uruguayos [como si aquí no existiera gente talentosa]) pensó que el título se haría más atractivo añadiéndole al nombre de Up y cito con desdén... "una aventura de altura" ... chingao, ese tarado seguro se quebró la cabeza o es el mismo autor del cambio de "A Bug's Life" a "Bichos, una aventura en miniatura"... que poca imaginación.

Bueno, el caso es que el sábado pasado, previo al día del padre, me llevé a mi miniclón al cine, con la simple intención de pasar un rato con él, ya que al día siguiente, tendría que trabajar por lo menos medio día, y no podríamos "celebrar" el día del padre de manera normal.

Él ya había visto los trailers en la tele y le pareció una gran idea, a mi me llamaba la atención ver por primera ocasión un producto de Pixar en 3-D digital, pues la útima vez que ví una película en tercera dimensión -análoga- fue en los 80's (se veían obscuritas y descoloridas) y no causaban el impacto que ahora la tecnología ha llevado a las salas.

Animados cada quien a su modo y con diferentes expectativas, entramos a la sala armados con nuestros lentes polarizados y una buena bolsa de palomitas.

Sí que hay una enorme diferencia entre el cine 3-D de antaño y el actual... no manchen. Gran parte de la sensación -evidentemente- la lleva el "engaño" que a nuestro cerebro causa la interpolación de imágenes para generar la sensación de volúmen y espacio, pero el sonido actual de las salas de cine, ayuda exponencialmente a la experiencia, la hace más auténtica e impresionante; mi miniclón intentaba tocar las imágenes que veía frente a su carita durante el reel de presentación de la tecnología 3-D.

Ya entrados en la película, primero vino el corto "Partially Cloudy" que como ya es tradición para Pixar, abre la función, en este caso con las desventuras de una pobre cigueña y la gris nube que le proporciona- según la trama del corto- los bebés para entregar a la tierra, sin embargo, y a diferencia del resto de las nubes del cielo, esta nubecilla más que bebés -de diferentes especies- le entrega una trampa mortal a la pobre cigueña en cada envío. Muy gracioso e impresionante por la atmósfera en 3-D, realmente fué una buena forma de apreciar las bondades de esta nueva tecnología.

Comenzó entonces la película de "la casita con globos" decía mi pequeño.

La casita con globos... eso fué lo de menos, para mí es únicamente la anécdota y la analogía de muchas cosas, por lo que al final esta auténtica joya representó para este quien escribe. La historia de Carl Fredricksen, fué mucho, pero mucho más allá.

Obviamente, vista a través de los ojos de un niño -como mi pequeño Adrián-, la historia del "viejito" -como él le dice- es solamente un relato previo a la aventura y la diversión que para un pequeñito finalmente le queda como recuerdo de la película.

Si ustedes -como yo- digieren lo que en los primeros veinte o treinta minutos de la película se nos presenta delante de nuestros ojos, seguro más de uno se verá identificado, ¿con qué? con lo que significa el construir una vida, y que aún con amor, sueños y proyectos puede ser, que lo que una vez planeaste, no lo puedas concretar.

El "viejito" resulta tener 78 años, vivir solo y ser más agrio que un limón, pero para nada es de gratis, la historia de Carl y el porqué de la "casita con globos" que se explican en la secuencia del primer acto de la película, me hacen querer no tener que sentirme tan culpable a mis 39 años de identificarme de golpe y porrazo con lo que este personaje lleva a cuestas.

Narrada por Jacobo Zabludovski, la primer secuencia de la película nos lleva a conocer la infancia y al héroe de Carl, el explorador y aventurero Charles Muntz, quien no solo significa un ícono para el pequeño Fredricksen, sino que es la inspiración de toda una generación, incluyendo a una chimuela y pelirroja niña llamada Ellie, quien se convierte en la persona más importante en la vida de Carl.

Ese hilo común -el desear tener las mismas aventuras de Muntz- teje sobre los personajes desde niños, lo que unirá sus vidas conforme pasan los años, y así como estos pasan, nos damos cuenta de como los sueños en común de estos personajes, cambian de ser infantiles, a el tipo de sueños que cada uno de nosotros vive; el tener una pareja, formar un hogar, vivir una vida plena y con sueños.

Pero no todos se cumplen, la vida -y esto fué lo más cañón para mí- ni en una película de Pixar es perfecta.

La imposibilidad de Ellie de ser madre, hace que los sueños de esta pareja tomen otro derrotero, y se visualicen llegando a conocer lo que desde niños -y por seguir los pasos de Muntz- siempre han deseado, las cascadas "Paraiso" y vivir en un mundo idílico, de manera sencilla... y así pasan los años, y así se llena y vacía el botellón de ahorros que para el viaje han ido juntando, y así la vida transcurre, y así sin más, Carl se queda solo, sin Ellie y sin cumplir el sueño de ambos.

Esa parte... es la que a mi me rompió -y disculpen mi franqueza- todititita la madre.

La vida ciertamente es compleja, y vamos caminando paso a paso, a veces a diferente velocidad, a veces por terreno llano, y a veces con piedras y baches en el camino. Yo siempre pensé que lo mejor es caminar junto con alguien, y de preferencia de la mano de alguien... al principio siendo niño, obviamente de la mano de tus padres, después buscas la mano de una pareja y no precisamente por necesidad, quizá el ser humano desde que fué diseñado no nace -en su mayoría-para vivir solo, sino por una auténtica naturaleza de trascender y de compartir con alguien ese camino de existencia.

En el caso de Carl, ese camino se trunca cuando pierde a Ellie, pero le queda aún lo que entre los dos construyeron -literalmente- que es su casa. En esa misma secuencia de los primeros minutos de la película, la formación del hogar de Carl y Ellie, se parece enormemente a lo que muchos hemos intentado hacer, construirnos un lugar que podemos llamar nuestro. Circunstancialmente viene la historia que ahora sí es "la casita con globos" y entra a escena Rusell -el niño explorador- y el resto de la historia, embarcando a Carl en el viaje que junto con Ellie soñó, aunque se vé forzado a realizarlo de una manera diferente. Esos boletos a Venezuela que nunca usaron y que siguen guardados en la repisa tienen más significado, al igual que muchas otras imágenes de lo que el sueño de ambos debía ser, y nunca fué.

Sí hay risas, imágenes impresionantes, aventura, personajes raros -Kevin el ave y los perros con el collar que traduce sus palabras, dan incluso un poquito de miedo-. Gags como el de Rusell y su GPS, o la escena de los perros jugando poker, le añaden sabor a la película, pero yo me sigo identificando con el fondo más que con la forma.



Ver a Carl acarreando su casa -con los globos paulatínamente desinflándose-, verlo deshaciéndose de todos sus recuerdos -y hasta de sus sueños- por que así se lo exigen las circunstancias, son más que metáforas y analogías, para mi son imágenes de cosas que sin ser un ex vendedor de globos con la vida transformada en un mundo pequeñito -del tamaño de la casa- gritan ¡aguas! la vida es muy, pero muy corta.

La forma en que interactúan con él Dug el perro y el "minicartero" son para mi otro aviso de que no hay que menospreciar a quien o quienes la vida te pone en el camino. Peor aún es cuando Carl se dá cuenta que su héroe de la infancia, encierra un siniestro personaje sin escrúpuos ni conciencia, únicamente movido por el ego y la soberbia de callarle la boca al mundo, que alguna vez lo tomó por un fraude. Yo he conocido y llegado a apreciar a personas que al final, resultan ser igual o peor que Muntz.

Cosas sencillas -la corcholata del refresco de uva- encierran grandes significados, grandes proezas -ver finalmente la casita junto a las cascadas "Paraiso", pierden valor al lado de lo que para Rusell significa haber llegado a la vida de Carl... y esa méndiga condecoración pendiente -al igual que el cuervo inexistente- le dan a él, quien comienza apenas su camino.

Adrián salió contento -y con sed- de la sala. Yo me quedé con una mezcla de emociones, desde el nudo en la garganta, hasta el decir... "ya sé que te está llevando el tren, pero aún así, es mejor ver para arriba".

Espero no haber espoilereado demasiado la trama, pero cada uno de ustedes quizá llegue a su muy personal conclusión, yo, me quedo con la experiencia y la sensación de tener la manita de mi niño sujeta a la mía de regreso a casa.

Hasta pronto.

4 comentarios:

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