Como por arte de magia, este fue uno de esos domingos en que el enano decidió dormirse temprano, enfundado en sus pijamas de Batman, por lo que sin mucho esfuerzo Mrs. Wilbur y yo pudimos darnos una escapada al cine.
Por la hora, nuestra única altermativa fue “Duro de Matar 4.0” (“Live Free Or Die hard”, título original) con las ya clásicas desventuras del policía más loser de los últimos tiempos John Mc Lane (Bruce Willis).
Por la hora, nuestra única altermativa fue “Duro de Matar 4.0” (“Live Free Or Die hard”, título original) con las ya clásicas desventuras del policía más loser de los últimos tiempos John Mc Lane (Bruce Willis).
Ojo: si no la has visto... pues te advierto que hay algunos spoilers en la reseña, así que tú sabrás...

Desde la primer entrega de la saga, el estar en el lugar y momento equivocados han sido el común denominador en la vida de Mc Lane, desde la epopeya en el “Nakatomi Plaza” de la primer cinta, la batalla en el aeropuerto “Dulles” de la segunda –con su subida cuota de mortandad-, el juego híbrido del “gato/ratón/Simon dice” por las calles de Nueva York de la tercera (acompañado del bad motherfucker Samuel L. Jackson), hasta la ensalada de lugares comunes de esta suerte de cine palomero/road-movie/madriza/balacera/comedia, etcétera.

La historia es simple y refleja un miedo que los gringos nos han hecho entender desde hace algunos años, el enemigo está dentro y no necesariamente viene con barba y turbante; esta vez Thomas Gabriel (Timothy Oliphant, un auténtico desconocido) es quien resulta ser el que después del 11 de septiembre le dijo al gobierno “se los dije” y ahora sí pretende hacerse escuchar, dándole al traste de manera cibernética a todo el sistema que mueve los hilos de la maquinaria gringa. Para lograr su cometido, previo al día en que todo el caos se pondrá en marcha (el 4 de julio… me suena, me suena...) reclutó a los más destacados hackers para diseñar su infalible estrategia, para una vez llegado el momento, darles muerte para evitar testigos. Es ahí donde entra “malasuerte” Mc Lane, ya que le toca darle un aventón a uno de los incautos hackers, Matt Farrell (Justin Long, quien actuó en “Accepted” e “Ideocracy”) y entregarlo sano y salvo en un edificio federal. Ahí es donde “la puerca torció el rabo”, ya que sin proponérselo (para variar) Mc Lane se convierte de niñera a guardaespaldas/defensor de los desvalidos/ingeniero de demolición, etc. en menos de dos minutos.


Cabe destacar la aparición de la hermosa (y muy besable) hawaiiana Maggie Q -la incondicional sidekick de Gabriel- en el papel de Mai Lihn con todo y la madriza que le pega a Mc Lane, lo cual provoca uno de los gags más divertidos de la cinta.
Otro que por su facha, más que por otra cosa destaca en el reparto, es el genial escritor y director Kevin Smith, quien es el mero mero petatero papá de los hackers conocido como Warlock (su mamá le grita Freddyeee!!!) quien en una más cagada que destacada participación le pone un toque entre chusco y chaqueto a la cinta.
Así las cosas y después de dar más vueltas que un perro antes de echarse a dormir, Mc Lane recolecta madrazos, balazos, raspones, derriba un segundo piso -tipo el periférico chilango-, se pasa a traer "sin querer queriendo" a la versión gringa del Harrier (Un supuesto F-35), salva el día, a su hija y a la nación más poderosa del mundo de otro casi inevitable desastre.
Yo me divertí y sin más pretensión que la de compartir la experiencia, se las puedo recomendar. No quiero verme tan mamerto como para "calificar" la película... si no tienen otra opción que les llame la atención, pueden -si quieren- pasar un buen rato.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario