miércoles, junio 23, 2010

Juguetes


-Por Dios. O que se calle el chamaco, o que se lo lleven afuera un rato.

Eso fué lo primero que pasó por mi cabeza al ver el drama ejecutado en un perfecto y estridente berrinche por un pequeñuelo de unos tres años disfrazado de Woody el vaquero, en la fila afuera de la sala donde 40 minutos más tarde se proyectaría Toy Story 3 (elegida por mi clon 2.0 en 3-D).

Una señora mayor (intuyo la abuela del Woody región 4) forcejeaba con el niño e intentaba tranquilizarlo, pero los decibeles del llanto y la magnitud de la rabieta presagiaban un funesto desenlace a nalgadas o algo. Creo que fué a base de comprarle cualquier cosa en la dulcería que el susodicho pequeñuelo renunció al berrinche y se reintegró a la larga fila humana que esperaba ansiosa el reparto de los lentes y el ingreso a la sala. Solo rogué porque a la hora de la proyección no reiniciara con el ataque de berridos.

Curioso, en la fila para entrar a la sala no solo se distinguía un Woody chillón, había varios más disfrazados que relativamente guardaban buen comportamiento, un par de Buzz Ligth Year y varios otros niños vestidos con ropa de calle que cargaban un juguete en los brazos (un Woody o un Buzz). El fenómeno Toy Story es fuerte.

Adrián (mi clon 2.0) veía con cierta curiosidad a los niños ataviados con disfraz o cargando la figura de acción articulada de los personajes, quizá dentro de su cabecita ubicaba el montón de juguetes que tiene en su casa relacionados con los personajes de Pixar -además, está en una etapa donde se auto etiqueta como "niño grande" (ajá, a los 5 años) o se preguntaba qué diantres hacían enfundados en poliéster de colores simulando los atuendos de Woody y Buzz; él en su mundo solo esperaba divertirse con la película en pleno día del padre.

Habíamos llegado a buena hora a comprar los boletos, y también fuimos de los primeros en formarnos fuera de la sala que finalmente se abarrotó, mi pequeño compañero de aventuras y yo teníamos buenos lugares dentro de la sala así que solo fué cuestión de minutos para que comenzara la función.

"Day and night" fué el corto que sirvió de preludio a la función. Pixar esta vez arriesgó buscando un estilo diferente en el clásico corto animado que antecede a Toy Story 3. Innovador y gracioso, además de llevar -como siempre- un mensaje positivo (en este caso, la aceptación de las obvias diferencias entre los dos personajes) es el calificativo que puedo externar del previo.

Con una secuencia inicial llena de acción y detalles sencillamente excelentes, Toy story 3 deja desde el principio un gran sabor en la boca. Sabor que conforme la película avanza se va transformando en la forma -nunca en el fondo- sigue siendo extremadamente agradable, aunque cambia de dulce a salado, a agridulce, a picante, a ligeramente amargo y así.

La trama es simple, Andy ya es un jóven a punto de entrar a la universidad, por lo que antes de mudarse al campus debe escombrar su habitación de la casa y tomar una decisión (o más bien ultimátum) que le plantea su mamá con respecto a sus juguetes: ático, basura o donación. Claramente la decisión está tomada, y como un recuerdo de la infancia que permanezca con él, Andy decide llevar consigo a Woody a la universidad y dejar al resto en el ático; pero por una serie de eventos los juguetes terminan en la caja de las donaciones con destino a "Sunvalley" una guardería matutina.

¿Qué es lo que espera un juguete? ¿Cual es su motivación, su finalidad de existir? Podría ser una respuesta simple, que alguien juegue con él. Pero esta película y el mensaje que lleva implícito, y por el que nos hace transitar en una gran abanico de emociones es diferente.

Woodie, Jessie, Buzz, Sr. y Sra. Cara de Papa, Slinky, Rex, Hamm y una Barbie de la hermanita de Andy enfrentan al mundo de una manera totalmente fuera del control de todos; ya no están en casa, ya no están dentro de la seguridad y confort del cuarto de Andy, ya no están tampoco dentro del baúl de juguetes que por lo menos los mantenía a salvo de cualquier daño. Estan en un lugar desconocido.

Pero ¿qué podría tener de malo llegar a una guardería repleta de niños?, ¿de salones llenos de colores y más juguetes?

Esa es una buena parte del desarrollo de la trama.

Baste decir que a los juguetes de la guardería los liderea un vetusto y en apariencia bonachón oso de felpa morado llamado Lotso -que por alguna milagrosa razón aún conserva su 'aroma a frutas'- y guarda un siniestro secreto. También en el 'entourage' de Lotso nos encontramos a un muñeco Ken más colorido que el aircoiris, un enorme muñeco llamado Bebote (guardaespaldas de Lotso) y a Twitch y Chunk, otro par de bullies.

Al no poder convencer al grupo de que la llegada a la guardería es un error, Woody decide emprender el viaje de regreso hasta la casa de Andy antes de que se mude de manera definitiva al campus universitario, los demás eligen permanecer en la guardería con la esperanza de poder dar y recibir cariño con los niños que en potencia jugarán con ellos -es la vida misma de cualquier juguete-.

Ajá, suena fácil, pero no lo será en absoluto. Tanto la travesía de Woody abruptamente interrumpida, como la idílica vida en una guardería para el resto son repentinamenta cambiadas, llevándonos por situaciones divertidas tan trágicas que rayan en lo cómico y tan cómicas que rayan en lo trágico. Hay momentos de auténtica lágrima al mejor estilo 'Remy', dos de hecho que para mi son el mayor mensaje de la película, y que para la inmensa mayoría de la audiencia infantil quizá pasaron desapercibidos como tal.

Uno: las situaciones más extremas son las que más nos unen

Dos: los cambios y el desprendimiento en la vida no siempre son malos

Yo escuchaba las carcajadas de mi clon 2.0 a unos centímetros de mi oido, mezcladas con las de muchos otros niños y adultos que colmábamos la sala. Sentí su manita sudorosa en los momentos de suspenso; sentí claramente el nudo en la garganta en los dos momentos más fuertes en el desarrollo de la película.

Sentimientos, esta película a fin de cuentas, manipula en gran forma nuestros sentimentos, pues más que de la trama en sí misma, la película nos mete en momentos que todos hemos vivido, y en donde es precisamente cuando los sentimientos juegan un papel preponderante.

Pixar se supera a sí mismo en cada película que lleva a la pantalla, el caso de TS3 no es la excepción, pues con la tecnología 3-D empleada más como un adorno que como un recurso (mi única queja, además de los exagerados precios de los combos de la dulcería so pretexto de los vasos y cubetas con las imágenes de la película), nos lleva a cada recoveco de los escenarios, nos llena las pupilas de colores y logra una perspectiva desde el punto de vista de los juguetes que solamente se había explorado en Ratatouille, pero en lugar de tener como fondo la cocina de un restaurante francés, nos sumerge en el mundo en el que interactúan estos personajes que ya forman parte de los 'clásicos' del catálogo de Disney - Pixar.

Salí feliz de la sala junto con mi pequeño clon. Salí con esa sensación de haber visto algo realmente grandioso. Adrián salió con hambre y ganas de devorarse al mundo, hablando como Woody y haciendo ruidos de Buzz Lightyear.


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sábado, junio 19, 2010

Kick Ass, patea traseros!

Contrario a mi costumbre, esta vez no haré reseña de esta estupenda película pues siempre lleno de spoilers los comentarios, creo que en este caso lo prudente es que ustedes la descubran por sí mismos, y si es necesaria una reseña, sigan el link http://finisimapersona.wordpress.com/2010/06/16/finisimas-visitas-macho-cabri... a la que de dos de mis másters en esto del blogueo (ellos ignoran que yo me considero su 'padawan') han escrito.

Toño Sempere y André se discuten con un parejo duelo de estilos que comparto con ustedes a manera de mini-homenaje.

Lástima que Monsivais no escribió una reseña de Kick Ass antes de estirar la pata, de lo contrario también lo hubiese incluído.

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viernes, junio 18, 2010

Dos miradas diferentes

1986:

Examenes finales de primero de preparatoria, las tres horas en promedio que duraba cada sesión de respuestas a los largos y a veces incomprensibles cuestionarios de los profesores de las diferentes asignaturas se tornaban por momentos eternas; de las ocho de la mañana a las once aproximadamente se vivía un ambiente de silencio y concentración por hacer el mejor esfuerzo -o en algunos casos- llegar a la puntuación suficiente para pasar el examen.

Una vez que cada cuestionario era debidamente contestado, ya no había más que hacer dentro de las instalaciones de la escuela, teníamos entonces que apurarnos a hacer compras de último momento en el extinto Gigante que se ubicaba en Plaza Dorada y correr unas cuantas calles como alma que lleva el diablo para llegar a casa de nuestro buen amigo Armando, ¿el motivo? mirar los partidos del Campeonato Mundial de Fútbol México 1986 y en el inter o al final de los mismos echar una "cascarita" en el amplio y hermoso jardín de la casa de Armando, que siempre estuvo muy cercana al colegio y al centro comercial de referencia.

México era el anfitrión por segunda vez de la copa del mundo, la primera de 1970 pasó totalmente desapercibida para todos los que integrabamos el grupo de amigos, pues en ese entonces eramos solo unos recién nacidos o pequeños bebés sin idea de lo que el fútbol se convertiría para la mayoría de nosotros en el futuro.

Puebla era sede mundialista, al estadio Cuauhtémoc se le efectuaron modificaciones y ampliaciones para poder recibir a más de 43 mil espectadores, nosotros hicimos intentos por adquirir las entradas más económicas (nuestros bolsillos adolescentes tenían más pelusas que dinero) pero lamentablemente la marea de gente que con anticipación había ganado su lugar fuera de la también extinta tienda Sportshop para comprar entradas, también nos ganó los boletos. La reventa (como siempre) era prácticamente inalcanzable para el presupuesto, así que lo mejor fué hacer un fondo común para comprar los elementos necesarios para disfrutar los partidos por la tele en casa de Armando.

Sí que teníamos una mentalidad distinta; las botanas no eran diferentes en absoluto a las actuales, Sabritones, papas, Churrumaiz, Doritos.

¿De tomar? Litros y litros de agua de horchata, jamaica o tamarindo preparada con concentrado Princesa o Tucán (nuestro mayor desafío y travesura era cambiarles las etiquetas con las que se ponían en ese entonces los precios por unas de menor valor -no había códigos de barras en ese entonces-) no bebíamos absolutamente nada con contenido alcoholico -ni una cerveza- a diferencia de los chicos que hoy en día tienen la edad que nosotros en promedio teníamos entonces (entre 15 y 16 años).

A excepción de los encuentros de la selección nacional, la mayoría de los partidos no tenían gran interés para nosotros, el "mundialito" que jugábamos en el jardín -ante los a veces horrorizados ojos de doña Irma (la mamá de Armando)- era más intenso y divertido: equipos de dos contra dos en un espacio de unos 20 metros de largo por 10 de ancho (igual y la memoria me hace exagerar las dimensiones, pero así lo recuerdo) con las clásicas sillas de jardín de herrería pintadas de inmaculado blanco como porterías.

Como el grupo era numeroso, había que turnarse y llevar a cabo las "retas" en órden, así que mientras unos jugaban, los otros comían botana como si no hubiese mañana y veían en la tele (una Hitachi si mal no recuerdo) a las selecciones patear el "Azteca" de Adidas en los diferentes estadios de nuestro país, mientras en el jardín se hacía exactamente lo mismo solo que a escala.

Vimos el triunfo de México sobre Bélgica con los goles de Hugo Sánchez y Fernando Quirarte, sufrimos el empate ante Paraguay pues desde el minuto 3 Luis Flores ya había anotado por los verdes y casi para finalizar nos igualaron, pasamos a la siguiente ronda con el solitario gol del "sheriff" Quirarte en el juego ante Irán y nuestra algarabía era inmensa, misma que nos llevabamos con desenfreno al jardín a pesar de la llovizna de esos días de junio (y el horror de doña Irma y nuestros tenis llenos de pasto y tierra mojada).

Fuimos testigos del gol más hermoso del mundial con la 'tijera' de Manolo Negrete al minuto '34 contra Bulgaria y del gol de Raúl Sevín con el que pasamos a los cuartos de final, donde los alemanes nos bajaron de nuestra nube en la tanda de penales después de haber empatado a cero en el tiempo regular. Únicamente acertó por los nuestros Manolo Negrete, los alemanes acertaron sin piedad sus cuatro tiros y ese 21 de junio en Monterrey marcó el comienzo de la negra nube que persigue a la selección nacional en los pénaltis.

El tumulto adolescente que llenaba de gritos y goles la casa del buen Armando (además de los restos de botana, aguas frescas y el involuntario trasplante del jardín a la sala de tele) se fué apagando conforme terminó el mundial y se avecinaban las vacaciones escolares; pero dejó en todos los que formamos parte de ese pedacito de historia una huella indeleble.

No recuerdo cual de las selecciones de dos jugadores quedó campeona en nuestro mundialito, Argentina se llevó el campeonato partido a partido de la "mano de Dios" en el mundial de fútbol real al derrotar a Alemania en el Azteca el 29 de junio en un juegazo que terminó 3 a 2 con goles de Brown, Valdano y Burruchaga por parte de los albicelestes.


2010:

Ya han pasado bastantes junios desde 1986. La vida nos ha llevado y traido a veces por rumbos y circunstancias diferentes a las que podíamos siquiera pensar en aquel verano mundialista en México, en aquel verano de ilusiones y cambios para bien de la gran mayoría de nosotros en nuestra tierna juventud, aún llena de sueños y de emociones por vivr.

El mundial ahora se está llevando a cabo muy lejos, Sudáfrica se vé tan lejana como ahora lo estan esos días en casa de Armando.

Los partidos los hemos vivido de manera muy diferente; ahora con las responsabilidades de la edad adulta no queda más que medio enterarse de como van los grupos por medio de los resumenes nocturnos o de internet, ya que los horarios son algo incómodos para poder disfrutar de algun partido atractivo, excepto claro, los partidos de la Selección Nacional Mexicana, que llueva, truene o relampaguee nos damos los mexicanos un permiso no-oficial para poder ver.

Así las cosas, el juego inaugural de esta Copa del Mundo lo ví junto con mis compañeros del trabajo en plena oficina del área de atención a clientes de la empresa, se dió el debut del equipo mexicano ante el anfitrión Sudáfrica quien asestó el primer golpe y nos obligó a remar contra corriente para apenas conseguir un empate a un agónico gol anotado por Rafa Marquez, en un grupo complicado por la presencia de Francia y Uruguay, mismos que empataron sin goles su encuentro.

Posteriormente Uruguay le puso un baño de agua fría al anfitrión al ganar por marcador de tres a cero obligando así a México a hacer lo que muchos pensaban imposible, ganarle a Francia.

Uf.

Para poder ver el partido esta vez fué muy diferente a lo que en el '86 teniamos como parámetro, en lugar de ser doce, quince o en ocasiones casi veinte amigos juntos ahora solo eramos cinco y solo tres, provenimos de esa era.

Ya hemos hecho del Relax un 'club de Toby' no oficial de ciertas fechas especiales -esta incluída- por lo bien distribuido del bar y la gran cantidad de pantallas que desde cualquier punto se pueden observar, la extensa carta de bebidas y la ocasional botana de alitas de pollo o nuguets (además de los clásicos cacahuates y chicharrines); con motivo del mundial nuestro anfritrión, el hiperactivo Teddy ideó un joint venture junto con un vecino de reconocida marisquería y armó un buen paquete para comer un cóctel de mariscos con la bebida de nuestra elección.

Así las cosas llegamos levemente tarde, pero nuestra mesa ya estaba lista como siempre, el partido ya estaba en el minuto 12 y el dominio mexicano se hacía evidente, los nervios estaban de punta y se percibía un gran ánimo acompañado de tensión en el ambiente.

Entre los gritos contenidos en la garganta y la salsa de habanero para los cócteles la bebida fluyó con ligereza ayudando a resbalar los nervios y la angustia de verse terminar el primer tiempo con Carlos Vela lesionado obligando al primer cambio por Pablo Barrera, pero con el equipo francés totalmente nulificado por la saga mexicana.

El intermedio con el video de 'Hitler' con subtítulos haciendo referencia a la convocatoria del "Bofo" fué auténticamente de carcajada, ya había visto versiones del mismo con relación al América, pero lo que en esta nueva versión incluyó el mismísimo Weaver hizo que se nos salieran las lágrimas de la risa.

El segundo tiempo comenzó y la selección seguía dominando el encuentro, hubo que sacar a Efraín Juárez al '54 quien vió su segundo cartón amarillo del torneo y lo descarta en automático para el partido contra Uruguay, entró con el número 14 el "chicharito" Hernández.

Minutos más tarde, saldría Guille Franco al '61 para dar entrada a Cuauhtémoc Blanco.

Dos minutos después de la entrada del famoso 'camellito', vino lo que para todos los mexicanos que presenciabamos el encuentro (miles... miles realmente en el estadio) y millones por la televisión esperabamos con ansias.

"Blanco evitó en el mediocampo que la pelota saliera y se la dio de taquito a Torrado, éste la tocó para "Chicharito", quien la retrasó a Márquez y picó hacia delante. Rafa, justo cuando Abidal intentó salir al fuera de lugar, la tocó de tres dedos, bombeada, para "Chicharito", quien entró sólo, debido a que los franceses pidieron el fuera de lugar, y luego de quitarse a Lloris, empujó la pelota al fondo". -Crónica del diario Esto

No habíamos coreado un gol con tantas ganas desde hacía tiempo, el grito fué estruendoso y la emoción absoluta; desde el 5 de Mayo de 1862 no le habíamos dado un susto mayúsculo a un grupo de franceses con intenciones de darnos en la torre, aunque afortunadamente, esta no era una batalla para repeler una invasión fué la anotación de un jóven mexicano que pegó de lleno en el ánimo de un pueblo hasrto de malas noticias.

Así las cosas el partido continuó con un equipo francés atorado a medio campo, con poca llegada y sin mucho órden, quizá lo que se ha comentado sea cierto, la selección francesa está fraccionada, dividida, desangelada por culpa de su técnico, el señor Domenech y broncas por el estilo.

Quince minutos después, para nuestra mayor alegría sucedió lo siguiente:

"Jugada polémica: Pablo Barrera entra al área por la derecha y se deja llegar por Abidal, para que este lo derribe. Penalti que Cuauhtémoc Blanco convierte en gol al meterlo pegado a la base inferior del poste derecho"
. -Crónica del diario Esto

Otro enorme momento de felicidad, el 10 mexicano puso el marcador final del encuentro.

Habíamos ganado, la Selección Nacional Mexicana asestó un duro golpe a el equipo galo, se consiguió una victoria que sumada al empate con Sudáfrica resulta en 4 puntos y nos coloca momentaneamente en el segundo lugar del grupo "A".

Lo que pase el martes a las 9 de la mañana en contra de Uruguay puede determinar el futuro del equipo dentro de la competencia, pero eso es una historia que aún no se escribe.

Lo que es el hoy -de hecho el día de ayer- fué un gran momento entre amigos, compartiendo una victoria del equipo nacional, compartiendo una buena comida y unos tragos con la gente que nos hace sentir bien, en un contexto muy distinto al que vivimos Teddy, Armando y yo en 1986 como parte de esa generación que vivió el mundial en plena adolescencia, pero con casi la misma sensación de gusto y libertad por hacer algo fuera de la rutina y del estrés de las obligaciones, por así decirlo, dos miradas diferentes del mismo evento, pero en épocas y circunstancias totalmente cambiadas por los años.

Ojalá y se repita más seguido, ojalá y los recuerdos no se borren y siga arrancándonos una sonrisa a los que aún sentimos profundamente el recuerdo de ese tiempo y agradecemos a la vida por los amigos que aún están aquí, junto con los que en el camino se han ido uniendo.

Armando, Robert, Teddy, Gerardo: gracias por haber sido parte de la tarde-noche de ayer.

Marco

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